HISTORIAS INOLVIDABLES

La vida pasó por mi ventana. Sibilas y serafines susurran

Un virus invisible que vino del este ha cambiado el ritmo de la vida en la Tierra. Los hombres han olvidado que están atados a un cordón divino que los protege.

“Abre la ventana, mira el cielo azul, las aves y los arboles y respira aire puro”

Han pasado millones de años. Las síbilas antiguas se han despertado para salvar al mundo. Serafines vuelan sobre las ciudades corrompidas regando rocíos sanadores por toda la Tierra. Hay que inmunizar los jardines donde se producen los alimentos. Separar lo que sirve de lo que no sirve. Los hombres han olvidado que están atados a un cordón divino que los protege. Hasá!. dicen en susurro los serafines.

La distancia es medida por los angeles de Perugino. Una pintura antigua de 1500 que reside en la Galería Nacional de Londres.

Un virus invisible que vino del este. Ha cambiado el ritmo de la vida en la Tierra. Como un fichero que tiembla todo lo apuntalado empieza a caer. Detrás del velo veo como las casas cierran sus puertas. Pero esta no es la primera vez que la humanidad enfrenta algo así. En los antiguos pergaminos se revelan historias de plagas amenazando pequeñas ciudades.

Esta es una generación de hombres diferentes. Se ha multiplicado en todos los espacios de la Tierra.

Una ansiedad colectiva de purificación física, no espiritual lleva a la humanidad a usar las químicas más poderosas para erradicar lo invisible. Velos cubren los rostros. Un anunciador cada día cuenta los que descienden en cada rincón de la Tierra. Conectados a la red, los encerrados pueden ver cómo es la vida en las zonas rojas. Nadie viaja pero se recorren millas de pensamientos. Creer, no creer, en quien creer ?.

Se mide la distancia

Distancia social –

Se amasa el pan y se reparten limosnas. El amor entra por las rendijas más estrechas. El miedo también.

Es primavera en el hemisferio norte. El hielo se derrite. Las flores brotan. Detrás de las ventanas, la humanidad en silencio observa la vida. Algunos llevan máscaras temiendo que el viento haga impuro el aire de sus casas.

Las mujeres empiezan a bordar. Todas las telas son útiles para hacer máscaras. Nada se descarta. Un barbero decide cortar cabellos y es condenado por hacerlo. Lo que no es necesario no se puede hacer.

Obligados a un silencio de acción, pero no en opiniones las espadas se desvainan contra la ciencia. La cultura de lo inmediato no confía en soluciones remotas y se niega a cambiar su existencia.

Como Anne Frank, miro por la ventana aquel árbol de la vida. Busco miradas tranquilas detrás de los velos. Aquellas risas, aquellas música, aquella alegría. Foto de la casa de Anne Frank Museo en Amsterdam.

Las mentiras pierden sus máscaras.

La humanidad del ultimo milenio ha decidido retroceder a las cavernas para salvarse; pero no por mucho tiempo. Hay que salir a sembrar. Cultivar con la Luna. Pero el hombre conectado a la inteligencia artificial. Ha entrado en demencia y olvido el código natural antiguo.

Si se olvida el password y la nube se queda sin cables mágicos. La información de la tragará un hueco ciego. Anuncian tormentas en el espacio y vientos cósmicos que mueven la señal de los conectados.

Recetan píldoras para vencer el miedo y olvidarlo todo. Ayudan a procesar el exceso de información.

Tic tac, tic tac, el minutero pasa por el 12 una vez más. Cuarenta y sesenta días. Tic tac, tic tac. Los escribo con lápiz. Sale la Luna Llena. Es la Luna de la Flores. En India, Mayo 7, Vesak. Se hacen ofrendas de Flores y Velas a Buda.

Un barrendero ha pasado limpiando el aire. El mar y los ríos.

Llegan los Relámpagos de Mayo. Con las Tormentas torrenciales que limpian la tierra. Las ramas débiles caen, otras se caen.

Quién recogerá los frutos?. Hay que salir a recogerlos. El reino animal no se ha detenido. La araña esta en la telaraña.

El pez joven en la roca. La abeja en la colmena. La hormiga en el nido

Como Anna Frank, miro por la ventana aquel árbol de la vida. Busco miradas tranquilas detrás de los velos. Aquellas risas, aquellas música, aquella alegría.

Los serafines susurran: ” Todavía hay agua, todavía hay vida. Todavía hay vida. Todavía”.

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