CLIMATE REWILD STORIESCUENTOS & HISTORIASHISTORIAS INOLVIDABLES

Miami Blue y Atala, mariposas volando contra la extinción

Estuvieron 20 años perdidas. Ahora con pocas mariposas, en pocos sitios, si sucede algo podrían desaparecer para siempre

Hubo un tiempo colorido en el Sur de la Florida donde crecían los pinares rocosos y en las flores nativas volaban mariposas azules que no existían en ningún lugar del mundo, cuando las descubren las llamaron Miami Blue y Atala. Qué las borró del mapa y por qué su regreso de la extinción fue y sigue siendo un desafío para todos.

Maestras en esconderse y escapar del peligro, nos hicieron creer que habían desaparecido. Nativas de Florida, ahora esperan que las dejemos estar.

Se escondieron en islas solitarias lejos de la actividad humana, amparadas en sus plantas favoritas resistieron como guerreras.

Su historia es tan misteriosa como fascinante. Pequeñas y frágiles, alguna generación pudo resistir la fuerza destructora de huracanes, la deforestación y los enemigos naturales pudiendo así salvar a la especie. Por años los científicos las buscaron, en los pantanales, entre la maleza virgen de las costas en la península y Cayos de la Florida y no descansaron hasta que las encontraron abriendo sus alas, bebiendo el néctar de las flores que crecían en esos lugares solitarios. Volaron con fuerza en un vuelo contra la extinción.

Traer de regreso a las mariposas Atala y a Miami Blue ha sido un trabajo de científicos y ciudadanos. Un esfuerzo que permitió la recuperación del habitad de la Atala sembrando su planta hospedadora. Para Miami Blue, su futuro continúa siendo incierto.

Desde el 2012 está protegida bajo el Endangered Species Act junto a otras mariposas azules (cassius blue), (ceraunus blue) y (nickerbean blue) por su parecido a ella. La última colonia sobreviviente se encuentra a 147 millas de Miami en una isla deshabitada cerca de Key West y de Bahía Honda en un Refugio de Vida Silvestre (Great White Heron).

Existe un camino que te lleva a las mariposas, un camino de silencio y paz, donde el Sol brilla y las plantas dan sombra.

Cuando conocí a Miami Blue y a Atala, empezó un nuevo capítulo en mi vida. La naturaleza tiene una fuerza para entrar por cualquier rendija, no te das cuenta y va invadiendo todos los espacios hasta que posee tu mundo, por eso mucha gente termina destruyéndola sin piedad porque no se considera parte de ella. Desde hace mucho tiempo estamos en guerra con la naturaleza y es difícil convencer a todos para hacer la paz.

A quién puede interesarle la historia de dos mariposas azules que estuvieron 20 años perdidas.

Yo no era biólogo, ni naturalista, pero nada material aportaba más alegría a mí vida que ver a las mariposas reposando en el cordel de ropa que secaba al Sol. No sabía identificarlas, pero su presencia encendía una luz que estaba apagada en mi alma. Esto fue hace tres años, cuando yo estudiaba Historia del Sur de la Florida con Dr. Paul George y mi manera de querer y ver a Miami iban cambiando a medida que descubría la historia que pocos conocían.

La mano de Dios que hizo el jardín ancestral

Empecé a caminar por los caminos menos andados. Yo quería ser parte de la explosión de vida natural que ocurría a mi alrededor, pensando que el día de mañana, esos lugares también serían urbanizados.

Todos los días hacía el ritual de ver el atardecer. Empecé a darme cuenta que las aves tenían su árbol favorito para refugiarse en la noche, y las mariposas también. Ellas preferían las plantas nativas, que habían sido la casa de otras generaciones. Su herencia ancestral.

Un día guarde las cortadora de ramas y le entregué el jardín a la naturaleza para que la mano de Dios, y no un jardinero hiciera el milagro de restaurar todo a su estado original. Empezaron a habitar las mariposas nativas y milagrosamente aparecieron migratorias. Por la noche decenas de mariposas zebras se unían haciendo perchas en las ramas de un caoba y en la mañana se dispersaban a la hora en que Sol empezaba a calentar la tierra para misteriosamente trabajar en la creación.

El viento que trajo a la mariposa Atala

Fue cuando vi volar por primera vez a la Atala, una rareza de mariposa pequeña, negra y azul iridiscente con rojo y naranja. Los rayos del Sol se reflejaban en las rayas azúl iridiscentes y emitían una luz que era mágica.

Quién eres pequeña?. Le pregunté guardando distancia para no espantarla, pero no se espantó y continuó bebiendo el néctar de las flores blancas en una enredadera silvestre, que tenía un fruto parecido a la uva. Volaba entre la sombra y la luz sin detenerse como una abeja sin zumbido. La volví a ver muchas veces, luego desapareció silenciosa.

Esa noche la naturalista, en la que me estaba convirtiendo, empezó a buscar. Quién era aquella pequeña mariposa con colores tan diferentes que no había visto antes.

La encontré !. Era la Atala. Y quién era?. Había sido una mariposa muy común en el Sur de la Florida, que vivía de su planta hospedadora, el coontie (zamia), una cicada que crecía desde la época de los dinosaurios. Tan interesante, pero yo no tenía sembrado Coontie. Cómo llegó hasta mi jardín. Tal vez vino con el viento, pensé con un poco de misticismo. Sentía una conexión muy especial con la historia.

Continúa en la próxima publicación.

  1. Cómo desaparece el Coontie de la Florida y con el la Atala en los años 50’s ?. La Atala vuelve a aparecer en 1979. Hoy en día todavía es difícil encontrar a una mariposa Atala en su habitad original, los pinos rocosos.

2. Noviembre 2016 – Florida Museum of Natural History. Científicos de Florida University liberan mariposas Miami Blue captivas en los cayos de la Florida esperando que se integren a la vida silvestre.

Back to top button