MIAMI BLUE Y ATALA. Mariposas. Un cuento inolvidable
Así sucedieron las cosas, muchas veces divertidas y otras difíciles de contar, aquí en el jardín Campo Viejo en el Sureste de la Florida.
( PRIMERA PARTE DE UN CUENTO)
Ha pasado mucho tiempo y todavía sigo buscando Atalas, aunque llegaron otras mariposas ellas fueron el primer rayo de luz. Esta es una historia que inspira un amor colectivo, reclamando la casa ancestral de las mariposas.
Las Atalas se quedaban quietas en las hojas, y yo permanecía sin moverme contemplando su belleza. Cuando bajaba la vista desaparecían como si estuvieran vigilando mis movimientos.
Las mariposas empezaron a ser un misterio y las extrañaba cuando no las veía, pero sabía bien que ellas no existían solamente para nuestro deleite, vinieron a la tierra a una misión mayor.
“Las mariposas son magas, nacen con alas para que no las alcancemos”. Recordé la voz de un señor que había conocido mientras visitaba un jardín botánico. Las llamaba por sus nombres científicos, tan extraños que no recuerdo y hablaba de la inteligencia y razonamiento de las mariposas.
- Parecía no tener sentido, pero yo seguía buscando la Zamia Integrifolia, el Coontie de mis magas, y ellas continuaban visitándome.
Nadie sabe cuando apareció la primera Atala en la Florida; pero en otros tiempos, mi vecindario que queda tierra arriba, había sido uno de sus bosques preferidos. Los pioneros que llegaron al Sur de la Florida y se asentaron en Coconut Grove aprendieron con los Seminoles nativos a extraer el almidón del coontie, una planta que crecía en abundancia. La producción fue desproporcionada, y desaparecieron planta y mariposa.
En esos días escuché las estadísticas alarmantes sobre la extinción de los insectos y aunque la historia del regreso de la Atala y Miami Blue para la ciencia ha sido un rayo de esperanza, las amenazas no desaparecieron.
Las estrellas empezaron a alinearse a favor de mis magas y hasta un jazmín que había sido atacado por un hongo y estaba dando señales de dejar el mundo, decidió quedarse floreciendo y la fragancia se podía sentir desde lejos. Las abejas celebraron una fiesta.
- Una intuición divina me guió a conocer a mis maestros. Me aventuré sin miedo a buscar las plantas hospederas, donde estuvieran. La colonia de Atalas podían vivir casi tres meses en las condiciones apropiadas, siempre que tuvieran el néctar y la Zamia.
Bajé caminando por una avenida que me acercaba al mar. Era pleno verano, hacía un calor sofocante y usé mi sombrero, adornado con una mola de mariposas, que me regalaron en Panamá.
Hola te gustan las mariposas?.
- Una voz en inglés salió detrás de las flores, de una casa que no tenía cerca. Era el dueño del jardín. Sonreí pensando que lo decía por el sombrero. Entonces, sentí cómo unas monarcas se acercaron a mi cabeza curiosas.
Son caprichosas con su planta hospedera, estás al lado del algodoncillo. No hay muchos lugares donde conseguirlo. Si la pierden, para qué le sirven sus alas. Se acaba el mundo para ellas.
- Lo que dijo me causó tristeza, pensando en la Atala y por supuesto en las monarcas.
Sentí una ilusión casi infantil e ingenua por saber más de sus mariposas y me senté en una roca de esas que abundan en el Sur de la Florida a escuchar sus historias, así fui conociendo más. Ese día hablamos del origen romántico del nombre Atala, la heroína mestiza del escritor francés Chateaubriand que vivió en el norte de la Florida con los indios norteamericanos. Atala también era una diosa que cuidaba las puertas del otro mundo.
- Un día me aparecí en la casa de mi amigo sin anunciar. Había encontrado una inmensa mariposa Monarca que parecía muerta pero estaba viva. Se la llevé pensando salvarle la vida con sus flores y la mariposa se salvó. La revivió con el néctar de una planta y a las pocas horas estaba volando con las otras.
“Las tormentas las golpean fuerte. Son frágiles y vulnerables a la fragmentación de habitad y los pesticidas. Otras veces se tiran en el suelo cuando están buscando pareja”.
- La monarca había sido golpeada duro por una tormenta de primavera. Pensamos que podía ser una mariposa migratoria, en esos días estaban regresando de México rumbo al norte. Esas Monarcas tienen una vida más larga.
Siempre buscaba entre las flores, pensando que un dia descubriría algo inesperado cerca de una amapola que admiraba mucho.
La amapola había roto la cerámica donde estaba sembrada con sus raíces. Le tomaron años para hacerlo pero cuando se encontró libre, creció todo lo que pudo. Muchas veces las hojas de los árboles le caían encima. La rodeaban flores silvestres amarillas, Daysis que hacían enredaderas. El lugar era tan mágico que cuando el viento soplaba, donde primero se sentía era ahí.
“Cuando llega la temporada de las lluvias todo crece y vas a ver a muchas mariposas “ – me dijo Dalia, la bibliotecaria que me prestaba los libros que leía.
Había llegado la temporada en que todos los insectos salen a las luz del día. Cerca de la amapola, un destello de luz azul saltó de entre las hojas. Era una pequeñita mariposa azul pero fue imposible seguirla con la vista.
- Me acosté en el suelo para no espantarla y ella que no vió más la sombra que la asustó se posó en la flor de una espiga. Con el zoom de la cámara, pude ver las franjas blancas pintadas en una de sus alas, solamente un lado porque nunca las abrió.
Era muy parecida a Miami Blue, la mariposa desaparecida de Miami. Me fijé en la mancha negra con bordes naranja en el ala. Eran de la misma familia (Lycaenidae/Gossamer Wings). Mi nueva maga, se llamaba Ceraunus Blue. Luego ví a otras mariposas azules volando bajo en el suelo, identifiqué a Cassius Blue. Todas tan parecidas a Miami Blue que se ganaron la protección federal.
Miami Blue solamente existía en una colonia de los Cayos de la Florida a millas del jardín. Se quedaron sin habitad y desapareció de Miami. Hoy en día es la mariposa que más peligra en los Estados Unidos y desde el 2012 está protegida bajo el amparo del Endangered Species Act.
“Las mariposas azules le gustan los campos viejos y los caminos, son rápidas, vuelan bajo y muchas veces no sabemos que están cerca de nuestros pies. Son una de las mariposas más pequeñas del mundo, para verlas bien hay que tener una lupa”.
- Cuántas mariposas más podrían volar en el jardín? Atalas, Monarcas y Mariposas Azules, necesitaban néctar y plantas hospederas.
Las mariposas fueron un pasatiempo que duró muy poco, ellas y las aves se convirtieron en mi fuerza espiritual. Quienes me visitaban sentían la paz de la naturaleza.
El verano y el torrente de lluvias trajo un crecimiento descontrolado en la vegetación. La humedad dejaba su huella por todas partes y me agotaba, no sé de dónde aparecieron tantas mariposas en el campo viejo como llamé desde ese momento al jardín.
En la próxima historia.
Miami Blue y todas las Blue bajo protección federal. La lección de 1992. “El Huracán Andrew había destruido las ultimas colonias de Miami Blue en los Cayos de la Florida…”
Con más de 2800 especies de plantas nativas en la Florida, conseguir las plantas ha sido difícil. Las exóticas naturalizadas, lindas y atractivas, que llegaron a adornar los jardines están lejos de ser las plantas hospederas de las mariposas nativas.
Más de 160 especies de mariposas se reproducen en la Florida y unas 200 de especies migran a través del estado. Entre fenómenos naturales y presiones humanas. Un viaje hacia la conservación.