Descubre el Museo Soumaya en Plaza Carso, México
Los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma. George Bernard Shaw
Es imposible llegar a la Plaza Carso, en Nuevo Polanco, y no quedar impactado por una estructura asimétrica plateada de 46 metros de alto y 22 000 metros cuadrados de superficie, recubierta por más de 16 000 placas de aluminio hexagonales y espejadas de acero, que proyectan luz. De lejos parece una especie de hongo o medusa sobrenatural. Sus paneles, que no se apoyan en el suelo ni se tocan entre sí, separados por milímetros unos de otros, dan la sensación de tejas superpuestas o colosal panal de abejas.
Mientras más te aproximas a la monumental edificación más se acrecienta tu interés por saber cómo será su espacio interior. No hay ventanas ni áreas abiertas. Tan solo una puerta de entrada y salida al acceder a su fachada. Es una cápsula cerrada en medio de la plaza.
El Museo Soumaya, una pieza icónica de la arquitectura contemporánea mexicana exhibe 66, 000 obras de arte en seis plantas conectadas entre sí y ha sido visitado por 5 millones de personas.
No hay en el exterior ningún anuncio o nombre pero las 5 millones de personas que lo visitamos -desde su inauguración en 2011 hasta octubre de 2015- sabíamos que ese “trapezoide” era el Museo Soumaya, una pieza icónica de la arquitectura contemporánea mexicana, dedicado a resguardar, exponer, investigar y difundir el arte de la Fundación Carlos Slim, A.C., y otras exposiciones internacionales, y que su nombre honra la memoria de Soumaya Domit, esposa del fundador del museo, fallecida en 1999.
Diseñado por el joven arquitecto y urbanista mexicano Fernando Romero
Diseñado por el joven arquitecto y urbanista mexicano Fernando Romero con la asesoría de Ove Arup y Frank Gehry, el museo exhibe alrededor de 66 000 obras de arte. Su estructura se divide en seis plantas conectadas entre sí, a las que se puede acceder por medio de ascensores o una rampa exterior a manera de espiral.
Al atravesar el umbral, en el vestíbulo, ya empezamos a vivir la epifanía del arte. Nos reciben “El pensador” de Rodin, “La Piedad”, fundida en bronce en el siglo XIX, a partir del mármol de Miguel Ángel Buonarroti, el mural “Río Juchitán” de Diego Rivera y “El día y la noche” de Rufino Tamayo.
La museografía optó por la orientación temática, y de esa manera aparecen dispuestas las salas:
Sala 1- “De oro y plata: artes decorativas”, atesora una colección de monedas, medallas y billetes desde el virreinato a la era posrevolucionaria mexicana, e incluye objetos de marfil, seda y piedras preciosas, de uso religioso y civil.
Sala 2 – “Asia en marfil”.
Sala 3 – “Antiguos maestros europeos y novohispanos”, exponentes del Gótico, Renacimiento, Manierismo, Barroco y el tránsito al Neoclasicismo, entre ellos, Cranach, Tintoretto, el Greco, Rubens, Artemisia Gentileschi y Murillo, así como manifestaciones de los virreinatos sudamericanos.
Sala 4– “Del Impresionismo a las Vanguardias” muestra obras del México decimonónico junto a las de movimientos y vanguardias europeas: Millet, Corot y Courbet; los impresionistas Monet, Pissarro, Renoir, Degas y Guillaumin; Van Gogh, Toulouse-Lautrec, Paul Signac y Maximilien Luce; y algunos postimpresionistas y fauvistas. Se suman las de Picasso, Chirico, así como de los surrealistas Max Ernst, Dalí y Miró. Obras de pintoras como Marie Laurencin, Mary Cassatt, Eva Gonzalès, Berthe Morisot y Virginie Demont-Breton también aparecen en esta sala.
Sala 5 – “Sophia Loren. México. Ayer hoy y mañana” reúne objetos, guiones, vestidos, premios, fotografías y revistas de la colección personal de la actriz italiana.
La Sala 6 – “La Era de Rodin” conserva la colección más vasta de Rodin fuera de Francia, acompañada de esculturas de sus contemporáneos y de Salvador Dalí.
El Museo posee valiosas piezas de arte mesoamericano: máscaras, figurillas de barro, cráneos con epigrafías, sahumerios, incensarios y braseros de los horizontes preclásico, clásico y posclásico.
Están incluidos paradigmas del “Retrato mexicano del siglo XIX”, el “Paisaje del México independiente” y el “Arte mexicano del siglo XX” (Dr. Atl, Diego Rivera, Orozco, Siqueiros, Tamayo, Soriano, García Ocejo, Cuevas, Toledo, entre otros).
El visitante puede deleitarse con estampas devocionales del siglo XVII e inicios del XIX: calcografías, xilografías, aguafuertes y litografías. Así como con miniaturas y relicarios en marfil y pintura en pequeño formato hechas en óleo, cera, tallas y plumaria sobre papel y láminas de metal.
Las artes aplicadas se encuentran representadas: muebles, escritorios, cajas de música, biombos, relojes y joyería. Igualmente, una colección de la moda de los siglos XVIII al XX integrada por objetos en brocados, damascos, sedas, rasos y terciopelos, vestidos, prendas masculinas, ropa íntima, accesorios, joyería y revistas de 1780 a 1950.
En su vertiente religiosa y ritual, hay trabajos con hilos entorchados: lentejuelas y galones en capas para la Virgen y el Niño, ajuares y cubrecálices.
La fotografía está presente con daguerrotipos, ferrotipos, platinotipo, colodión y albúminas de la segunda mitad del siglo XIX: retratos de políticos, artistas, celebridades y rescate de tradiciones populares de la primera mitad del siglo XX, a la vez que cámaras, fototipos, plata sobre gelatina y otros materiales.
El visitante conocerá del arte comercial de la Imprenta Galas de México, que entre los años treinta y setenta del siglo XX, fue la principal editora de calendarios y otras imágenes comerciales en algunos países de Iberoamérica, develada con sus maquinaria, óleos, impresos, negativos en vidrio, películas en acetato y cámaras fotográficas.