“Siempre me ha gustado viajar a lugares donde hay mucha artesanía, trabajo manual. Para mí eso es magia. En Marruecos, por ejemplo, se dice que el trabajo manual, mientras más detallado más cerca está de Dios”. El viaje a Marruecos tuvo mucho que ver con mi interés por conocer el mundo de las mujeres artesanas bereberes”
Dos millones de personas en Marruecos viven en el suroeste, donde hace millones de años han crecido los árboles de argán. Todo lo que sucede en esta región es mágico, hasta el sonido que producen las artesanas bereberes cuándo trituran las nueces para sacar el aceite de argán, considerado el “Oro de Marruecos”.
Desde hace veinte años, en esta región ha surgido un movimiento de cooperativas de mujeres bereberes dedicadas a la recolección de nueces de argán. Es un trabajo artesanal que sostiene a sus familias y las empodera.
Los turistas prefieren comprar en las cooperativas porque saben que el dinero va destinado al sustento de las artesanas y no existen intermediarios o las multinacionales. Es una manera de apoyar el “Fair Trade”, comercio justo. El dinero que reúnen las mujeres se lo reparten entre ellas.
A 3 horas de viaje en auto se llega a Essaouira, una ciudad en la costa atlántica de Marruecos conocida como la “ciudad del viento en Africa”
“Salimos de la Medina en Marrakech rumbo a Essaouira donde se encuentran las cooperativas de mujeres bereberes. El van en que viajábamos era compartido y las otras personas tenían planificada una parada a mediado del camino. De momento el van se detuvo en medio del desierto, se abrió la puerta y vi una cerca de piedras pintadas de azul. Las piedras habían sido colocadas alrededor de un árbol. Nos preguntamos que hacíamos allí, pensando que esta parada nos robaría el tiempo que pasaríamos en las cooperativas. Fue cuando descubrimos las cabras trepadas en un árbol. Nos dijeron que si queríamos hacernos fotos con las cabras. Para los turistas estas fotos son un “must have”.
“Fue cuando supimos que las cabras se fascinan con el fruto del argán y suben a buscarlo”.
“Aproveché el tiempo para grabar los sonidos de los árboles. En el desierto los árboles están tan distantes que cada uno emite un sonido diferente. Los árboles de argán son considerados reliquias”.
En esta región, donde el desierto de Sahara está avanzando, los árboles de argán con sus raíces profundas son considerados “los últimos guerreros” al ser la única defensa natural que tiene Marruecos ante la expansión del desierto. Alrededor de ellos existe toda una cultura que protegen las mujeres del argán.
Las mujeres del Argán
Cuando llegamos a la cooperativa supimos que las mujeres bereberes recogen los huesos de la nuez que arrojan las cabras después que se comen la cubierta del fruto de argán. Las nueces se rompen, se saca la semilla y se tritura para extraerle el aceite. La elaboración es un proceso largo que se hace a mano y requiere muchas etapas.
Las mujeres del argán en las villas rurales aprendieron este trabajo de sus madres y abuelas y les trasmiten el saber a sus hijas desde que son muy pequeñas.
(Essaouira se encuentra dentro de los límites de la Reserva de la Biosfera por la Unesco).