Viajar

Sorpresas recorriendo el Palacio de la Legislatura de Buenos Aires

Regreso a mis recorridos por la historia, cultura y arquitectura de Buenos Aires.

Una mañana mientras hacía tiempo para participar en una visita guiada por los edificios de Buenos Aires decidí pasar por la Legislatura Porteña. Desde hace tiempo había leído que esta tiene un pequeño museo que era digno de ser conocido, y como estaba cerca fui a visitarla.

Es reconocida por su gran torre, la más alta en toda la ciudad de Buenos Aires con 97 mts de altura y llama la atención por su cúpula revestida en cobre, que por estar en contacto con la atmósfera ha adquirido un color verde característico.

Tiene un bello reloj que está conectado a cinco campanas que suenan cada cuarto de hora.

Sígueme en este recorrido lleno de sorpresas por la Legislatura Porteña, descubre la historia y la belleza de este lugar.

Qué fue lo que más me sorprendió mientras caminaba sola por los pasillos buscando cómo llegar a la biblioteca.

Me encontré con puertas cerradas con sillas trabadas, subí por escaleras que parecían de película y me quedé fascinada debajo de las cúpulas pintadas y dentro del hall donde velaron a Evita.

La Legislatura se empezó a construir en noviembre de 1926 por pedido de Marcelo T de Alvear, primer intendente de Buenos Aires.

Cuando llegué a la entrada pregunté si se podía visitar el museo, me respondieron que sí, pero que era muy pequeño y que no me fuera sin pasar por la biblioteca. Les entregué mi documento como en todos los edificios públicos que visito y me indicaron que tomara un ascensor hasta el primer piso.

Allí no había absolutamente nadie. Para donde mirara estaba sola. No sabía hacia donde ir, y empecé a recorrer el lugar con la mirada. Tras una puerta abierta, se veía un pasillo que estaba lleno de bustos, distantes uno del otro. Tuve una sensación de que estaban organizados así para hacer un recorrido circular. No entré porque no sabía si se podía.


Seguí caminando sola, hacia el lado opuesto, no podía creer lo que estaba viendo, una cúpula interna coronaba una especie de círculo que estaba rodeado por columnas con grandes atlantes y un indio. Rodeándolos había una balaustrada que me llegaba hasta la cintura. Desde ahí podía mirar hacia abajo.

El lugar que estaba viendo desde el primer piso, era el sector entre dos salones muy importantes: el “Salón de Honor” y frente a él, el “Salón San Martin”.

En ese sector medio fue velada María Eva Duarte de Perón, más conocida como Evita, mujer de Juan Domingo Perón, quien fuera tres veces presidente de la Nación.

Evita fue una ferviente luchadora por los derechos de la mujer y una abanderada de los humildes. Fue velada en un cajón con tapa de cristal durante quince días. No continuó el velatorio porque esa tapa de cristal se rajó y tuvieron miedo que el proceso de embalsamamiento corriera riesgo.

Continué mirando, tomando fotos y recorriendo

Encontré un pequeño sector con algunas cámaras antiguas de fotos, máquinas de escribir si no recuerdo mal y otros objetos. Me hizo acordar al Museo de la Ciudad. Había llegado al museo de la Legislatura pero no habían muchas cosas por ver.

Yo seguía maravillada con las escaleras, esculturas y toda la arquitectura que tenía a mi alrededor.

Sobre la escalera principal aparecía otra cúpula pintada con una imagen del sol e iluminada por la luz solar. Esa parte es corrediza, se puede abrir dejando ver el cielo.

Llegó el momento de recorrer la biblioteca. Sin imaginarme con lo que me iba a encontrar

Caminé sola por el piso, todavía no aparecía ni un guardia de seguridad, empleado, absolutamente nadie. Cuando encontré la biblioteca, la puerta estaba cerrada con llave y no pude ingresar. Por suerte, desde donde yo estaba se podía ver la parte superior, los libros y sus pequeños pasillos rodeándola. Habían dos lámparas grandes colgando del techo. Si miraba hacia abajo se veía la biblioteca con sus sectores para leer y las personas en el interior.

Decide ir abajo para poder entrar, pero no encontraba como bajar. Desde las escaleras principales se podía ver a un grupo de personas que parecían iniciar una visita guiada, pero no encontraba el ascensor y no sabía si podía bajar por esas escaleras que me recordaban a una película de época.

Buscando, terminé de regreso en el mismo salón donde habían velado a Evita

Los salones San Martin y el Salón de Honor que anteriormente estaban cerrados, ahora estaban abiertos e iluminados había una guía que empezaba una visita guiada y me permitieron quedarme.

Supe que la biblioteca estaba cerrada porque estaban haciendo una filmación en su interior, pero la guía golpeó la puerta e hizo que nos abrieran. Cuando ingresamos el olor a madera mezclado con el olor a libros se sentía como un elixir mágico. Me encantó descubrir cómo se podía ir a la parte superior.

Había que entrar a una especie de torre de madera con un bello reloj y por una escalera de madera que estaba en su interior se subía. Lo mas interesante era que esta parte estaba vedada a todas las personas y solamente muy pocas podían subir, ni siquiera las guías.
Sin querer, momentos antes yo había tomado fotos de ese lugar, al que no se podía acceder.

Lo curioso fue que esta era una visita guiada privada que era para empleados de la legislatura y yo no lo supe hasta el final. Por casualidad recorrí sola un sector del edificio y el otro con un guía.

Conocí una parte de la historia Argentina y me siento agradecida porque la guía me haya permitido continuar con la visita. En realidad no sé si sabía que no era parte del grupo, yo no lo supe hasta que dijo: “Los dejo acá (en la entrada de una oficina) en este lugar van a tener la reunión, enseguida viene… (dijo el nombre de alguien) a charlar con ustedes”. Ahí me di cuenta de que me había colado a una visita guiada sin querer.


Esta es una de la tantas anécdotas divertidas de mis recorridos por la historia, cultura y arquitectura de Buenos Aires.

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