MARIPOSA MONARCANaturaleza

Metamorfosis. El misterio más grande de la naturaleza

Por qué algo perfecto deja su existencia anterior y se transforma en una nueva vida? Sabrá la oruga que un día volará?

Tu que pensarías si ves a la oruga, hermosa y perfecta mudando su piel, para convertirse en mariposa? . Te garantizo un WAO! Maravillados, pocas personas se preguntan por qué lo hace?. Cuál es la causa?

Presenciar uno de los misterios más grandes de la naturaleza, la metamorfosis de las mariposas monarcas en mi jardín me hizo buscar por qué ocurría este fenómeno natural tan fascinante e increíble orquestado por seres con una inteligencia desconocida que se está estudiando.

Sin embargo de algún modo siempre he pensado que aunque somos una especie diferente, nos parecemos a ellas más de lo que imaginamos.

Mariposa Monarca se posa en mi mano antes del primer vuelo. Foto Copy Right

Cómo la mayoría de las personas, veía la metamorfosis cómo símbolo esperanzador de la transformación del alma, de empezar una nueva vida.

Sin embargo cuando compartes tu día a día con las mariposas y cuidas de ellas y de su planta hospedadora, te inquietas por conocer más el misterio de la compleja existencia de estos seres “mágicos”. Los buscas por el jardín, los ves nacer, te preocupas si se agotan los recursos para que completen su ciclo de vida. Entonces tienes que buscar la guía de la ciencia.

Buscando la respuesta a la metamorfosis de las mariposas, leí el libro Florida Fabulous Butterflies de Thomas C. Emmel, el autor ha viajado el mundo estudiando la conservación ecológica de las mariposas y la preservación de las especies en peligro y da una explicación al fenómeno natural.

La oruga empieza el trabajo
la mariposa lo continúa
Dos especialistas
dos cuerpos en un ciclo de vida

La especialidad de la oruga: es comer y crecer en la planta hospedadora donde la mariposa “madre” dejó el huevo: Crecen a medida que comen. En el caso de la mariposa monarca, la planta es el algodoncillo. Las orugas devoran las hojas y el tallo en cuestión de dos días. Ellas comen el doble de su propio peso en un día.

Lo que más me fascina en la especialidad de la oruga es su capacidad de esconderse y buscar un lugar seguro y oculto para cambiar de cuerpo y convertirse en mariposa. Comparado a nuestra existencia humana, es un instinto buscar donde uno se siente protegido.

Que milagro, cómo puede suceder algo así?.

La transformación de la crisálida donde se forma la mariposa, el cambio de color, de verde jade, a intenso verde tan oscuro que parece negro y luego se vuelve transparente como un cristal para dejar ver el cuerpo de la mariposa.

Pero hay más que nos deja con la boca abierta, la perfectas puntadas en color oro que sellan las puertas del capullo que romperá la mariposa al nacer, no dejan de ser un misterio por mucho que se presencie la metamorfosis. Una verdadera obra de arte de la naturaleza.
( Fotos Copy Right. Ileana Muniz/ FAMA).

La especialidad de la mariposa: A penas nacen en el nuevo cuerpo, secan sus alas y vuelan. Emiten un aroma que las ayuda a encontrar pareja. Muchas veces cuando salen de la crisálida, ya una mariposa la está esperando y ocurre la reproducción.

En su ciclo corto de vida, son unas especialistas dispersando sus huevos en diversas plantas hospedadora, para que sus hijas, las orugas, no pasen trabajo buscando alimentos para crecer y continuar la metamorfosis.

La metamorfosis en los humanos no es física como la de la mariposa, pero sí en esencia nos convertimos en un nuevo ser capaz de hacer algo diferente a lo que hizo el anterior. Siempre que estemos decididos a cambiar como la oruga que sabe que un día volará.

Después que termina un ciclo doloroso de vida, renace una persona muy diferente a la anterior. La vida anterior ya no cabe en el molde viejo, le queda estrecho porque ha ocurrido un renacimiento espiritual en un cuerpo renovado.

” Y no os adaptéis a este mundo (siglo) mundo actual, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente. Para distinguir cual es la buena voluntad de Dios, la agradable y perfecta.” – Romanos 12.2

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